Regresar al parque Suchiche varios meses después me pone un poco melancólico y justo en este lugar he pasado muchas cosas, la mayoría fueron buenos momentos.
Aquí conocí algunos de mis mejores amigos, aquí me “enamoré” y también me desenamore, en alguna de estas bancas me pasaba altas horas de la noche fumando un cigarrillo, noches de luna o de lluvia conversando y a veces sencillamente no decíamos nada; en ese entonces yo creía haber encontrado el amor pero no fue así, han pasado varios años y este lugar no ha cambiado nada, aún podemos ver por las tardes a los niños jugar, a los viejos amigos reunirse para conversar y por las noches a parejitas de enamorados compartiendo sus momentos felices . Aproveche una de estas tardes donde el clima se vuelve loco con un cielo gris, minutos después un radiante y a veces insoportable sol, así es el rico Tarapoto.
Por otro lado quería compartir la historia de este lugar y la interesante relación con el origen de la ciudad de Tarapoto según la versión del Wilson León Bazán, uno de los principales investigadores de la prehistoria de la Región de San Martin existen dos versiones que encontré en internet y ahora lo comparto con ustedes.
Cuenta la leyenda que a la llegada de los españoles, existía el pueblo de los cumbazas en el valle de Tarapoto. Sus habitantes fueron aniquilados en la guerra al oponer resistencia. Sobrevivió este desastre una familia de la que al final quedaron sus dos hijos (un varón y una mujer). Ambos hermanos se refugiaron en las colinas y el dios Apu se compadeció de ellos convirtiéndolos en animales: al varón en un vigoroso toro y a la nativa en una esplendorosa mariposa. Consumidos por la tristeza de ver a su pueblo en ruinas, el bóvido lloró tanto que sus lágrimas se convirtieron en el río Shilcayo, y la bella mariposa cayó herida por un conquistador en las faldas del cerro Escalera, transformándose así en la cocha de Suchiche.
La otra interpretación del nombre de Tarapoto es respecto a la combinación de dos palabras derivadas de una transacción comercial antigua, basada en el trueque en cuya acción, la TARA (contenido en productos de pescado, maíz, frejol, entre otros) se intercambiaba, medía o recibía en un POTO (recipiente elaborado del fruto del huingo).
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